El Hotel Humbolt fue inaugurado el 29 de diciembre de 1956 luego de una acelerada construcción de seis meses. Apenas tuvo actividad continua durante sus cuatro primeros años. En 1965 fue entregado en concesión y cerrado por completo, como el resto del sistema en 1977. Desde entonces, sufrió un largo abandono de dos décadas. Pero desde que Marcos Pérez Jiménez lo bautizó con el nombre de «la hostería de la cota 2000» cuando inició sus operaciones se acumulan historias de fantasmas que vagan por sus pasillos.
En una de sus escapadas, Pérez estaba disfrutando con su amante en una de las mejores habitaciones cuando, nadie sabe como, su esposa se presentó en la recepción, alegando que sabía que él se encontraba ahí. Alguien debía haberle avisado lo que hacía su esposo a sus espaldas.
Como los empleados tenían instrucciones para encubrir al señor, dos de ellos subieron a toda prisa para avisarle que su mujer estaba abajo. Su amante se levantó de la cama nerviosa, pero él no perdió el control,
—Cálmate. Ve a esconderte en el balcón y no salgas de ahí hasta que yo te diga.
Justo estaba saliendo a la terraza cuando la puerta se abrió y entró por ella la furiosa esposa de Pérez. Ella alcanzó a ver como la otra se ocultaba afuera y le recriminó a Pérez por engañarla.
Entre los forcejeos y los gritos que inundaron al balcón, la querida de Pérez se precipitó por el barandal y fue a estrellarse contra el suelo, muriendo en el acto.
Aquel evento pesaría para siempre sobre la reputación del hotel.
Los años pasaron y la gente siguió yendo y viniendo entre sus habitaciones. Entonces los empleados del Humboldt empezaron a darse cuenta de que periódicamente, las personas afirmaban ver a una muchacha que deambulaba por ahí a mitad de la noche.
Lo hacía sobre todo en la habitación donde había ocurrido el hecho. A veces la veían caerse de nuevo por el balcón y se sobrecogían al asomarse y no encontrarla. De nada sirvió que trataran de ocultar lo que ocurría en el hotel. Tarde o temprano surgían inquilinos que veían al fantasma.
Lo hacía sobre todo en la habitación donde había ocurrido el hecho. A veces la veían caerse de nuevo por el balcón y se sobrecogían al asomarse y no encontrarla. De nada sirvió que trataran de ocultar lo que ocurría en el hotel. Tarde o temprano surgían inquilinos que veían al fantasma.
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