viernes, 5 de febrero de 2021

Esquina "de CARMELITAS", historias de calle.

 

Originalmente distinguida como “San Mauricio” por la ermita construida, en 1577,  en honor a este santo,  para que intercediera contra la plaga de langostas que azotó a Caracas, al poco tiempo de fundada. Esta capilla fue destruida por un incendio, y la imagen del patrono trasladada a la capilla de San Sebastián, hoy, “Santa Capilla”.  En el año de 1725, vivía en una  casona, situada al sur de la iglesia de Altagracia,  doña Melchora Josefa de Ponte y Aguirre, quien para aquella fecha solicitó y logró del Rey,  convertir su morada  en un convento dedicado  a las  “Carmelitas Descalzas de Santa Teresa”.  



       Pasarían siete años para que llegasen de México, junto con el obispo Juan Félix Valverde, las primeras religiosas. Apenas instaladas, sobrecogió a las monjas un terror misterioso, - señala Don Blas José Terrero-  que nada las calmaba.  Fue tal el escándalo sobre apariciones que animaron al  cura de la Catedral a escribirle al Rey exponiéndole las dificultades que se presentaban para la fundación del convento. El  monarca,  por Cedula expedida en Sevilla en 1732, ordenó suspender la fundación, dando consentimiento para que las religiosas regresaran al país azteca. Quedándose   la subpriora, quien se ofreció a continuar la obra.





El obispo logró del Rey la revocación de su anterior cedula, y ordenó proseguir la labor. En 1736, las Carmelitas se instalan para dedicarse a la oración y penitencia en la esquina que hoy, como ayer, lleva su nombre, pero la consagración de la capilla del claustro fue en 1739, debido a que prevalecían los rumores en la opinión pública de apariciones de Santa Rosalía, en dicho lugar. Las Monjas trabajaban preparando viandas y confituras para las familias caraqueñas. Profesó en Carmelitas, la hija mayor de los Condes de Tovar, María Josefa del Buen Consejo, cuya casa se hallaba enfrente, del convento.

Su progenitor Don Martin de Tovar y Blanco, fue capitán de milicias y alcalde de la ciudad, obtuvo el título del Rey Carlos III en 1771, de conde de Tovar y vizconde de Altagracia. Descendiente por línea paterna del conquistador Alonso Díaz Moreno. Su residencia era testigo de las campanadas del convento que invitaban a las monjas a la oración y donde su niña se unió en fiel comunión. Pero retornaría a su hogar cuando las congregaciones religiosas fueron extinguidas por el decreto guzmancista. La mansión conservó la fachada aristocrática hasta 1933, cuando fue convertida en Oficina de Correos. “Los arquitectos quisieron dar al nuevo edificio estilo colonial cambiaron lo autentico por lo falso” comenta el cronista Núñez. Allí se hospedaron Humboldt y Bonpland para descansar la tarde de su llegada a Caracas, en 1800.
Por largos años sus vastas estancias albergaron al Ministerio de Guerra, y entre 1860 y 1861, por un breve periodo se convirtió en residencia presidencial cuando desempeño las funciones de presidente de Venezuela Don Manuel Felipe de Tovar, bisnieto del primer Conde, y a quien en línea de sucesión correspondía el titulo, eliminado por las leyes republicanas.
Clausurado el convento se instaló entonces la Tesorería Nacional, y más tarde el edificio, completamente refaccionado según planos de Alejandro Chataing (1906), fue ocupado por el Ministerio de Hacienda, hasta que fue demolido para dar paso a la Avenida Urdaneta.



En 1967, el antiguo solar de Doña Melchora y de las monjas Carmelitas fue convertido en sede del Banco Central de Venezuela, obra del arquitecto Tomás José Sanabria. Actualmente solo queda el recuerdo transmitido de generación en generación del antiguo claustro de religiosas que dio origen al nombre de esta arista urbanística capitalina.


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