La ciudad de Caracas se construyó en un recuadro y se fue extendiendo hacia todos los
puntos cardinales. Sobre esos espacios se levantaron las casas coloniales, famosas por sus amplios solares, sus ventanales y sus techos de arcilla roja. La población era pequeña, las quebradas y ríos eran limpios. Las avenidas, por su parte, eran hileras de árboles abrazados y las pequeñas calles eran de piedra.
Entre esas frías calles caminaba Lorenzo Marrón todos los días al encuentro de su familia, al parecer era un hombre apacible y dedicado a sus oficios diarios. Su familia estaba compuesta por varias hijas. Además de su dedicación familiar, el señor Marrón se divertía con los juegos de pelota vasca, este juego lo podía disfrutar todas las tardes cerca de su casa, una vivienda típica del siglo xviii.
Por las ventanas de aquella casa se aparecían los pretendientes casuales de las Marrones para dejar sus cartas, sus serenatas y alguno que otro regalo. Su madre se llamaba Juana Reina, quien era celosa con las niñas y vigilaba que todo estuviera en orden. Su sueño era que las Marrones se desposaran con caballeros de alta alcurnia, lo mismo deseaba Lorenzo. Pero entre todos esos sueños, había otro que no dejaba dormir al viejo, el juego de la pelota, practicado por la gente de sociedad, es decir, de dinero. En el vaivén de las pelotas pensaba cómo construir un espacio deportivo. Fue entonces que tomó la decisión de ir hasta el Cabildo a pedir la autorización y el apoyo. En 1778 se escogieron los terrenos de la primera carnicería fundada en Caracas para construir la cancha. Con el tiempo, esa cancha rudimentaria se transformó en la Plaza España. Pero la leyenda de Lorenzo Marrón crecía en toda la ciudad. Y la esquina de Marrón pasó a la historia, junto a la belleza de las Marrones y sus enamorados.
///////////////////////
MUCHAS MÁS ESQUINAS Y HISTORIAS de CARACAS
https://caricuaofotohistoria.blogspot.com/p/esquinas-ccs.html
0 comentarios:
Publicar un comentario