lunes, 8 de marzo de 2021

Esquina "de FERRENQUÍN ", historias de calle.

 


Pertenece el nombre de esta esquina al de un personaje popular de este apellido, establecido allí a principios del siglo XVIII, cuando se incrementó el desarrollo del barrio de la Candelaria, que dio motivo a su erección en parroquia en 1750.

Don Héctor Parra Márquez comenta: “Gran prestigio alcanzó al comienzo del siglo XVIII el circo construido en un corralón situado hacia el este de la Ciudad dedicado exclusivamente a corridas de toros y en el cual se permitía tomar parte a toda clase de aficionados a la fiesta brava. Como el dueño del negocio era un sujeto muy conocido a quién llamaban Ño Ferrenquín, los caraqueños de entonces denominaban al rústico establecimiento “Circo de Ño Ferrenquín”, y también el Hipódromo; a pesar de que no había allí ni asomo de caballo. Por lo demás la celebridad de Ño Ferrenquín quedó definitivamente consagrada a través de la esquina que, desde aquellas épocas y hasta nuestros días lleva su nombre”

El Plano- o la relación- del Obispo Díez Madroñero identifica la cuadra de Ferrenquín a Tracabordo como de José Benito Losada y Nuestra Señora de la Concordia, pero en la descripción de la Calle de la Agonía (Avenida Este) no hace ninguna mención a la esquina.

También, en Ferrenquín estuvo una de las famosas panaderías de finales del Siglo XIX, que fabricaban pan con harinas procedentes de la molienda de los cereales locales y la utilización de levadura de calidad y hornos de leña que hacen de los panes gallegos productos de calidad.

Variedad elaborada de manera artesanal que puede mantenerse fresca durante mucho tiempo, una exquisitez usual en las mesas caraqueñas.

Además de la panadería, existió el restaurante Ferrenquín de siete hermanos gallegos entre la década de 50 y 60. Las iguarias servidas, igual que las de la panadería, representaban la gastronómica española.


Estos eran espacios concurridos por los inmigrantes gallegos por su caldo y cocido gallego como por las iguarias que importaban, como su famoso pulpo y los calamares, entre los frutos del mar, para matar la nostalgia de su terruño en la Península Ibérica.


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