Para la vecina Miriam Rivero, la carretera Mamera−El Junquito que se construirá sobre el terreno empieza a tener costos. "La tierra ensucia las casas y hace que nos enfermemos de alergias. Además, está el ya conocido problema de quitarnos las áreas verdes".
Aunque ella reside a varios metros de la construcción, cerca del Hospital Materno de Caricuao, asegura que es víctima de la deforestación.
El urbanismo denominado Ciudad Caribia fue construido en el cinturón de protección de la ciudad. Allí se edifican 20.000 apartamentos.
El Paseo Parque Vargas, en la avenida Bolívar, también perdió el color verde desde que erigen más de 700 viviendas, y las obras del Buscaracas amenazan con llevarse por delante 200 árboles de la avenida Nueva Granada.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que cuando se haga planificación urbana, se amplíen las zonas verdes. El Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Zona Protectora del Área Metropolitana de Caracas, publicado en Gaceta Oficial 35133, en enero de 1993, especifica cuáles son los usos permitidos y de qué modo pueden llevarse a cabo.
Por ejemplo, en el caso de uso residencial es ocupable a razón de 20 personas por hectárea, lo que significa que en 5.000 hectáreas caben 20.000 viviendas.
El reglamento permite además uso agrícola, forestal, turístico−recreacional, educacional, asistencial, de investigación científica, cultural, defensa nacional y de utilidad pública.
Sin desarrollo ni supervisión. El Ministerio del Ambiente tiene la responsabilidad de controlar cualquier actividad que tenga lugar en la zona protectora. De acuerdo con el arquitecto Víctor Artis, experto en desarrollo urbano, es poco lo que hace ese organismo.
"Allí no hay propuestas de nada. Más bien prevalece un caos terrible. La zona protectora ocupa 80.000 hectáreas, en las que viven legalmente alrededor de 1,5 millones de personas. Apartando el equipamiento necesario vinculado a salud y educación, esa gente carece de servicios. No hay una bomba de gasolina o talleres mecánicos. El ministerio ignora todo lo concerniente al urbanismo. Ni la organizan ni la ordenan", sostuvo.
Las áreas más afectadas por el uso indiscriminado de la zona protectora de la ciudad se observan al sureste y suroeste de Caracas. Cristina Vaamonde, presidente de la asociación civil Una Montaña de Gente, sostiene que en La Guairita, una constructora privada ha terraceado un área importante del cinturón verde.
"Hay una devastación muy acelerada, mucho mayor que la que pueden producir las invasiones que, por demás, se han fomentado y ampliado", sostiene Vaamonde.
Formular una estructura vial que permita integrar esa zona con el resto de la ciudad es indispensable, en opinión de Artis, para recuperarla, evitar las urbanizaciones formales aisladas y absorber el tránsito generado por los desarrollos habitacionales y las invasiones.
"El concejo municipal se inhibe de actuar y el Ministerio del Ambiente no tiene la experticia necesaria para desarrollarla. La mantiene estancada", asegura.
Daño ambiental. Talar un solo árbol produce consecuencias inmediatas. Un árbol es hogar de por lo menos 20 especies.
Su desaparición menoscaba el número y la diversidad de aves de la ciudad, aumenta la polución y disminuye la cantidad de oxígeno disponible.
Vaamonde denuncia la deforestación que ocurre alrededor de La Mariposa y del Parque Nacional Macarao. Explica que la tala destruyen los bosques que protegen el recurso hídrico que surte la capital.
"Las leyes ambientales no se respetan. No hay orden ni autoridad que haga valer las normas. Tumbar un árbol hace que proliferen plagas e insectos porque sus depredadores naturales, las aves, deben irse en busca de otro hogar. La población arbórea del área metropolitana debe multiplicarse por nueve para que podamos tener un aire más o menos limpio".
Info Original/ http://www.entornointeligente.com/articulo/1289394/VENEZUELA-Zona-Protectora-de-Caracas-no-esta-ordenada-ni-desarrollada-12072012
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