Es el nombre de la esquina donde actualmente se ubica el Teatro Nacional.
La esquina de Cipreses debe su nombre, a que estaba poblada por unos altos y frondosos árboles llamados cipres. Se movían con el ir y venir del viento, dando un espacio de grandeza y solemnidad.
Los cipreses eran una joya de la naturaleza, con su altura y verdor protegían a los caminantes del inclemente sol. Las sombras de estos árboles vieron pasear al padre Sojo, quien fundó la primera escuela de música que existió en Caracas en su hacienda Chacao.
Siendo un apasionado de la naturaleza, el padre Sojo perteneció a la orden religiosa de los neristas. Esta era una cofradía de monjes que se apasionaban por el arte y la música. Los cipreses cautivaron a los transeúntes que pasaban cerca de la esquina. Allí se reunían los monjes a limpiar violines, arreglar partituras y practicar cantos religiosos, esperando su líder en los portalones.
Todo ese pedazo de la ciudad estaba lleno de jardines y se respiraba una paz especial que parecía fomentar la contemplación y la creación. Los cipreses fueron sembrados para cobijar el cementerio de la cofradía de monjes, semejando un camposanto romano.
El fin era darle grandeza a este sitio haciéndolo más parecido a un cementerio del Vaticano.
Guzmán Blanco construyó la Iglesia de Santa Teresa sobre el Convento de los neristas. Muy cerca, se encuentra el Teatro Nacional. En el tiempo de los grandes cipreses se cuenta que no cabían los músicos y toda la esquina era una sola melodía.
Cuando el presidente Antonio Guzmán Blanco ordenó la clausura de todos los cementerios ubicados en el área metropolitana de Caracas, el terreno ocupado por el camposanto fue vaciado y comenzó a emplearse para la actuación de teatros de corral y circos ecuestres. Años después, en 1883, se construyó allí la Plaza Washington, un amplio espacio de caminerías peatonales que ostentaba al centro una estatua del prócer estadounidense.
El 23 de junio de 1904, el presidente Cipriano Castro decretó la construcción del Teatro Nacional de Caracas, según proyecto del arquitecto Alejandro Chataing. El teatro ocupó la mitad sur de la Plaza Washington y años después la estatua central fue trasladada a la avenida 19 de diciembre en El Paraíso, donde permanece actualmente. El resto de la plaza se llamó entonces Plaza Henry Clay, en honor al político y orador estadounidense que propuso ante el Congreso de Estados Unidos el reconocimiento de la independencia venezolana.
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