Bajo la mirada de Control Urbano mercado de la UD-7 de Caricuao
Comerciantes de la UD-7 rechazan orden de mudanza emitida por Libertador.
JULIO MATERANO | EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 11:12 AM
Una orden de desalojo, que amenaza con extinguir el Mercado de Caricuao en la UD-7, se ha convertido en una sentencia de desesperanza para los 740 comerciantes que conforman esa asociación, legalizada en 1993, pero que se remonta a mediado de los 80, como un centro de intercambio comercial que hace las veces de mercado municipal, en esa popular parroquia.
Por su ubicación estratégica, al sitio acuden habitantes de Las Adjuntas, Macarao, Antímano y más allá de la ciudad, familias de El Junquito y la vieja carretera de Los Teques, para abastecerse de alimentos de primera necesidad.
Alejandro Palma, secretario general del mercado, relató que unas 12 mil personas frecuentan la zona cada sábado, el único día en que toman en pleno uno de los canales del antiguo acceso vial que conduce hacia Los Teques. Palma no titubea a la hora de afirma la cantidad de personas que se benefician, pues asegura que se trata de más de un kilómetro de mercado a cielo abierto, donde 4.000 empleados se benefician directa e indirectamente.
Luis Tillero, antiguo director de la sociedad, está convencido de que lo más importante no es el espacio, sino la convivencia y la coexistencia entre los compradores y los trabajadores, quienes han cosechado por 29 años un patrimonio intangible que se pierde de la vista de las direcciones de Control Urbano y de Economía Social de Libertador.
"El presidente de Economía Social, Luis Morán, pretende sacarnos a quienes tenemos toda la vida trabajando", dice preocupado. Desde las 6:00 a.m. hasta las 2:00 p.m., en el sitio se mezclan los olores de las frutas y verduras con los colores de las prendas exhibidas, el ingenio de los vendedores y la premura de quien va al mercado para llevarse lo que necesita.
Gregoria Arteaga, cliente asidua, relata que en los tarantines que se entienden desde la pasarela del Metro Ruiz Pineda hasta la sede del Cicpc, puede comprar de una aguja hasta una harina de maíz. "En la UD-7 hay cosas que no se consiguen en ninguna parte", enfatiza.
Sobre la mesa de negociación instalada por la Alcaldía de Caracas en febrero pasado, no hay otra alternativa diferente a la de trasladar a los vendedores a la zona industrial de la parroquia, lo que, de entrada, fue descartado por los afectados.
Indican que las vías del lugar están deterioradas y no ha drenajes para las aguas residuales. Por si fuera poco, denuncian que el sitio a donde los pretende mudar la alcaldía de Libertador es blanco predilecto de la inseguridad.
Jean Pirto, quien despacha charcutería y tiene más de 20 años en el lugar, asevera que la excusa para el desalojo no tiene validez. "Nos quieren sacar porque dicen que colapsamos el tránsito de vehículos, dicen que estamos en una carretera nacional", expuso.
Los implicados no descartan que se trate de un asunto político. Explicaron que el año pasado reaorganizaron los rubros del mercado tras una exigencia gubernamental. "La basura se recoge al final de cada jornada. Todo queda limpio".
Mientras no haya una propuesta tangible, los comerciantes aseguran que se mantendrán en el lugar, hasta que la s autoridades les cedan una edificación. Los mercaderes enfatizan que de 51 mercados que hay en la ciudad, el de Caricuao es el más grande en la categoría de a cielo abierto. Allí laboran los hijos y nietos de los pioneros. Por ahora, las familias que dependen de la actividad comercial emitieron una denuncia contra la dirección de Control Urbano por coartarles el derecho al trabajo.
Una orden de desalojo, que amenaza con extinguir el Mercado de Caricuao en la UD-7, se ha convertido en una sentencia de desesperanza para los 740 comerciantes que conforman esa asociación, legalizada en 1993, pero que se remonta a mediado de los 80, como un centro de intercambio comercial que hace las veces de mercado municipal, en esa popular parroquia.
Por su ubicación estratégica, al sitio acuden habitantes de Las Adjuntas, Macarao, Antímano y más allá de la ciudad, familias de El Junquito y la vieja carretera de Los Teques, para abastecerse de alimentos de primera necesidad.
Alejandro Palma, secretario general del mercado, relató que unas 12 mil personas frecuentan la zona cada sábado, el único día en que toman en pleno uno de los canales del antiguo acceso vial que conduce hacia Los Teques. Palma no titubea a la hora de afirma la cantidad de personas que se benefician, pues asegura que se trata de más de un kilómetro de mercado a cielo abierto, donde 4.000 empleados se benefician directa e indirectamente.
Luis Tillero, antiguo director de la sociedad, está convencido de que lo más importante no es el espacio, sino la convivencia y la coexistencia entre los compradores y los trabajadores, quienes han cosechado por 29 años un patrimonio intangible que se pierde de la vista de las direcciones de Control Urbano y de Economía Social de Libertador.
"El presidente de Economía Social, Luis Morán, pretende sacarnos a quienes tenemos toda la vida trabajando", dice preocupado. Desde las 6:00 a.m. hasta las 2:00 p.m., en el sitio se mezclan los olores de las frutas y verduras con los colores de las prendas exhibidas, el ingenio de los vendedores y la premura de quien va al mercado para llevarse lo que necesita.
Gregoria Arteaga, cliente asidua, relata que en los tarantines que se entienden desde la pasarela del Metro Ruiz Pineda hasta la sede del Cicpc, puede comprar de una aguja hasta una harina de maíz. "En la UD-7 hay cosas que no se consiguen en ninguna parte", enfatiza.
Sobre la mesa de negociación instalada por la Alcaldía de Caracas en febrero pasado, no hay otra alternativa diferente a la de trasladar a los vendedores a la zona industrial de la parroquia, lo que, de entrada, fue descartado por los afectados.
Indican que las vías del lugar están deterioradas y no ha drenajes para las aguas residuales. Por si fuera poco, denuncian que el sitio a donde los pretende mudar la alcaldía de Libertador es blanco predilecto de la inseguridad.
Jean Pirto, quien despacha charcutería y tiene más de 20 años en el lugar, asevera que la excusa para el desalojo no tiene validez. "Nos quieren sacar porque dicen que colapsamos el tránsito de vehículos, dicen que estamos en una carretera nacional", expuso.
Los implicados no descartan que se trate de un asunto político. Explicaron que el año pasado reaorganizaron los rubros del mercado tras una exigencia gubernamental. "La basura se recoge al final de cada jornada. Todo queda limpio".
Mientras no haya una propuesta tangible, los comerciantes aseguran que se mantendrán en el lugar, hasta que la s autoridades les cedan una edificación. Los mercaderes enfatizan que de 51 mercados que hay en la ciudad, el de Caricuao es el más grande en la categoría de a cielo abierto. Allí laboran los hijos y nietos de los pioneros. Por ahora, las familias que dependen de la actividad comercial emitieron una denuncia contra la dirección de Control Urbano por coartarles el derecho al trabajo.
Info Original/ http://www.eluniversal.com/caracas/140518/bajo-la-mirada-de-control-urbano-mercado-de-la-ud-7-de-caricuao
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